Dar voz: Yucatán: preservemos la seguridad y la tranquilidad ciudadana
*Por Senador Daniel Ávila Ruiz
Esta semana el Diario de Yucatán publicó algunos resultados sobre la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública del Instituto Nacional de Geografía e Informática (Inegi). Según las percepciones ciudadanas en materia de seguridad, siete de cada diez residentes en Yucatán consideran que el estado es un lugar seguro, lo que coloca a Yucatán en el primer lugar en sensación de seguridad. Sin embargo, como en otras entidades del país, la sensación de inseguridad ha crecido: en mi estado 10% durante los últimos 3 años.
Desde hace dos décadas los mexicanos hemos experimentado temores crecientes acerca de nuestra seguridad, la de nuestras familias y la de nuestras comunidades. En algunas regiones del país ello tiene parte de su explicación en el incremento de la incidencia delictiva; en otras predominan sensaciones relacionadas con las noticias sobre la delincuencia en otros lugares, el cambio en los patrones de relación comunitaria y de la forma de vida de los jóvenes.
Varios estudios ilustran que la sensación de inseguridad tiene explicaciones que no se constriñen al riesgo de sufrir un delito o a la comisión real de crímenes. Uno de ellos, publicado por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados en 2007, ilustra -con base en datos en México y hallazgos en otras naciones- que los sectores que se sienten más atemorizados frente al delito son los que, en términos generales, tienen menos probabilidades de ser víctimas: mujeres y personas mayores, por ejemplo.
Sabemos también que hay tendencias en la vida familiar y comunitaria que al tiempo que fomentan la criminalidad, siembran la semilla del miedo. Sobresale el aumento en el consumo de alcohol y drogas, la violencia intrafamiliar, la corrupción y las opiniones acerca de la eficiencia de las instituciones y autoridades encargadas de combatir los delitos.
Muchos estudios sobre la sensación de inseguridad en varios países sostienen que las personas que residen en ciudades tienden a sentirse más inseguras que las que viven en comunidades pequeñas o rurales. También que, de vivir en urbes, los sectores con mayor sensación de inseguridad son los que enfrentan mayores condiciones de vulnerabilidad socioeconómica, pues a sus carencias se suma la percepción de impotencia para hacer valer sus derechos frente a las autoridades.
En muchos estados y regiones de México la sensación de inseguridad -a menudo acompañada por el aumento del delito- ha generado cambios drásticos y dolorosos en los patrones de vida: evitar salir de noche, dejar de usar vestimenta y adornos, evitar el uso de taxis o transporte público y reacciones agresivas frente a extraños.
A la fecha, estos cambios no son la tónica dominante en mi estado, Yucatán. Sin embargo, advertimos ya un creciente temor frente a conductas que en el futuro podrían alimentar condiciones para el crimen y miedo. Debemos hacer todo lo para preservar la tranquilidad y la seguridad en todo México; en el caso de Yucatán proteger a nuestros jóvenes de consumo de sustancias nocivas y fomentar, día a día, nuestra identidad y valores.
Para nuestro país, proteger la seguridad y la tranquilidad en cada rincón del país es urgente. Trabajaré, día a día, para mantener a Yucatán y a mi gente como “la joya de la corona”.
*Columna publicada originalmente en elpuntocritico.com [diciembre 9, 2014]