“Reforma fiscal de México, proactiva”, por Daniel Ávila Ruiz*
Daniel Ávila Ruiz
Durante su primera presentación ante el Congreso de Estados Unidos de América, el presidente Donald Trump reiteró que devolverá “a Estados Unidos millones de puestos de trabajo” y que “sectores moribundos van a resucitar exultantes”. El mecanismo anunciado será una reducción de impuestos para las empresas y para los contribuyentes.
Sin embargo, el jefe del ejecutivo estadunidense no ha señalado de dónde obtendrá los recursos. En principio, su actitud a endeudarse ha sido adversa, por lo que se puede pensar que no aumentará la deuda.
Para países como México será necesario estar atentos al tema fiscal en Estados Unidos. El canciller mexicano, en primeras declaraciones, señaló que si ese país reduce las tasas corporativas, México se volverá menos competitivo y tendríamos que hacer una “reforma espejo”.
Si México reduce sus tasas impositivas para responder a medidas que afectan su competitividad, sería necesario abordar desde ahora los mecanismos e instrumentos para tener un margen de maniobra en las redefiniciones necesarias.
Como están ahora las cosas, plantearse bajar impuestos en un entorno de débiles finanzas públicas, supone asumir, como lo ha hecho el secretario de Hacienda, que el Gobierno mexicano tiene poco margen de maniobra para responder a las medidas fiscales de Donald Trump.
No debemos olvidar que el Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ya hizo la Reforma Fiscal que está vigente y fue muy criticada, pues en los hechos sus medidas redujeron la capacidad de desarrollo, de disponibilidad de recursos y la posibilidad de invertir para mejorar la planta productiva nacional.
El paquete de leyes aprobadas implicó, además de diferentes aumentos a derechos, compensar la captación de ingresos por la vía fiscal; adelantar la desregulación de los precios de energéticos en las regiones del país, así como la posibilidad de incrementar los niveles del endeudamiento.
Desde el Pleno de la Cámara de Senadores, durante la discusión de la Ley de Ingresos en 2015, en su momento nos opusimos a los altos niveles de endeudamiento, la homologación de impuestos en las zonas fronterizas y el alza en los precios de las gasolinas.
En mis diferentes posicionamientos he propuesto reducir los gastos y el tamaño del sector público, y definir leyes que se traduzcan en mayor planeación, más inversiones y mejor fiscalización de los recursos públicos.
Ante la inminente reforma fiscal norteamericana, el “Acuerdo de Certidumbre Tributaria” de febrero de 2014, mediante el cual el Gobierno se comprometió a no mover tasas de los impuestos, es insostenible.
Si las diversas instancias que participan en la elaboración, discusión y aprobación de los instrumentos de política económica no trazan una estrategia puntual e inmediata para generar un margen de maniobra razonable ante los cambios fiscales anunciados en nuestro país vecino, se corre el riesgo de que las multinacionales que se encuentran en México consideren seriamente abandonar el país, como ya lo han hecho una armadora de autos y fabricantes de línea blanca.
Sin embargo, tampoco podemos aprobar una reducción de tasas impositivas. Necesitamos discutir, con amplitud y responsabilidad, cómo se compensará la reducción de ingresos que este tipo de medidas implica.
*Publicado en El Sol de México [marzo 21, 2017]
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