• MÉXICO ANTE LA ESCASEZ DE AGUA

    La creciente escasez de agua, es hoy uno de los desafíos principales para el desarrollo sostenible. Pese a la falta de este recurso a nivel global, algunos países destacan por su elevado consumo, superando los 300 litros por habitante: Estados Unidos (575 litros), Australia (493 litros), Italia (386 litros), Japón (374 litros), México (366 litros), España (366 litros) y Noruega (301 litros).

    Y el problema aumentará a medida que la población mundial siga creciendo y se intensifiquen los impactos negativos del cambio climático. Se calcula que, en 2025, cerca de mil 800 millones de personas vivirán en regiones donde la escasez de agua será absoluta, en su mayoría pertenecientes a los países en desarrollo (Foro Económico Mundial, 2017).

    Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en enero pasado, señaló que solo 3% del agua en el planeta es dulce y de esa cantidad únicamente 0.007% es potable. La FAO también señaló que más de mil 100 millones de personas en el mundo carecen de acceso directo a fuentes de agua potable. Hay regiones del planeta donde se debe caminar más de 10 kilómetros diarios para conseguirla.

    México es un buen ejemplo de estas complicaciones para acceder a agua potable. En las regiones centro y norte del país se concentra 27% de la población y se genera 79% del PIB, pero solo cuenta 32% del agua potable. En cambio, en la región sur se asienta 23% de la población y se genera 21% del PIB, pero cuenta con 68% del agua potable en el territorio nacional.

    Ante esta situación puede ser buena idea recurrir al uso de aguas residuales. De hecho, la mayoría de las actividades humanas generan aguas residuales y más del 80% de ellas regresan al ecosistema sin haber sido tratadas o reutilizadas (Unesco, 2017).

    En ese sentido, la Comisión Nacional de Agua señala que en México, existen dos mil 337 plantas de tratamiento de aguas residuales municipales y dos mil 639 industriales. Toda esta infraestructura debe ser aprovechada al máximo y en caso necesario, construir más.

    El manejo adecuado de aguas residuales genera beneficios ambientales, sociales y económicos esenciales para un desarrollo sostenible. Además, las aguas residuales son ricas en carbono, nutrientes y podrían proporcionar fertilizantes y otros subproductos recuperables, si se recolectan y son tratadas correctamente.

    También hay que modificar la perspectiva sobre las aguas residuales dejando de verlas como algo desechable o que se debe eliminar, y trabajar como lo han hecho otras ciudades alrededor del mundo: construyendo plantas de tratamiento que recuperan de manera eficaz los nutrientes y la bioenergía.

    Desde el Senado contribuiré y actuaré de manera comprometida para mejorar la situación hídrica de nuestro país y así poder evitar catástrofes que tendrían consecuencias terribles para la biodiversidad, los ecosistemas y la sociedad en su conjunto. Necesitamos disminuir nuestra huella hídrica para que puedan existir en el futuro condiciones de conservación sustentable de nuestro planeta.

    *Publicado en el Sol de México [2017, 13 de junio]

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