Trabajar por los niños*

*Por Senador Daniel Ávila Ruiz

En cada niño nace la humanidad.
Jacinto Benavente

El mejor medio para hacer buenos a los niños, es hacerlos felices
Óscar Wilde

El 12 de junio conmemoramos en todo el mundo el Día contra el Trabajo Infantil que, este año, se dedica a mantener a los niños lejos de trabajos que no corresponden a su edad. En ese marco, como lo establece la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las prioridades son instrumentar y mejorar la protección social; diseñar y fomentar el desarrollo de sistemas de seguridad social que tomen en cuenta a los niños y adolescentes; y enfatizar la protección social de los niños en situación de vulnerabilidad.
De acuerdo con un estudio de la OIT, desde 2000 el número de niños trabajadores en el mundo ha disminuido en un tercio, al bajar de 245 a 168 millones. Sin embargo, el avance no es suficiente, pues según el mismo organismo es muy probable que no se alcance la meta fijada para 2016: eliminar las peores formas de trabajo infantil.

De acuerdo con los especialistas, las principales situaciones que empujan a que los niños trabajen son la pobreza, la enfermedad de familiares, sequías e inundaciones, el desempleo y la enfermedad o muerte de parientes adultos. En ese sentido, se enfatiza la importancia de la protección social para asistir a las familias más vulnerables. Los más importantes, según OIT, son: programas de transferencias de efectivo y en especie; programas públicos de empleo; protección social de la salud; prestaciones de maternidad; protección para personas con discapacidad y con enfermedades relacionadas con el trabajo; seguridad de ingresos para la vejez y protección por desempleo.

En México, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del primer trimestre de 2014, trabajan 3 millones 681 mil adolescentes entre 14 y 19 años, de los 13.5 millones que viven en nuestro país. Al mismo tiempo, confrontan creciente desempleo: según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el desempleo entre los jóvenes aumentó de 7% a 10% entre 2007 y 2012. Este es un asunto delicado, pues responde a los efectos de la crisis económica mundial, la caída en el crecimiento económico y enfatiza la necesidad de otorgar protección y asistencia social a los niños y jóvenes que requieren recursos para su subsistencia y la de sus familias.

En el Congreso federal hemos dado pasos para proteger a los niños y jóvenes. El 3 de junio la Comisión Permanente del Congreso de la Unión declaró aprobado el Decreto por el que se Reforma la Fracción III del Apartado A del Artículo 123 de nuestra Constitución, con lo cual se eleva de 14 a 15 años la edad mínima para que los menores puedan empezar a trabajar. En el mismo tenor, 17 congresos estatales realizaron las modificaciones normativas correspondientes: Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Colima, Guanajuato, Hidalgo, México, Nayarit, Querétaro, Quintana Roo, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas.

Sin embargo, los retos son muchos y de largo plazo. Los niños seguirán siendo empujados a las calles y a trabajos no acordes a su edad, y se violarán sus derechos a la educación, el cuidado y el esparcimiento mientras las autoridades de los tres Poderes del Estado y en los tres niveles de Gobierno no formulen y pongan en marcha, con visión estratégica y compromiso permanente, normas, políticas y programas de protección social e impulso al bienestar de nuestros niños y jóvenes.

Como yucateco, me preocupa el retraso del congreso de mi estado en armonizar la legislación local con la federal. Más, la falta de resultados de los últimos gobiernos locales para mantener a los niños en las escuelas, elevar el promedio de años de educación formal, y garantizar el acceso a la salud con suficiencia, oportunidad y calidad.

Urgen acciones efectivas: nuestros niños y jóvenes ya no deben esperar.

*Publicado originalmente en El Sol de México [junio 23, 2014]