• Medidas de emergencia del presidente Peña Nieto, paliativos ante ineptitud en política económica

    Ciudad de México, a 18 de febrero de 2016.

    La mañana del día de ayer, el gobierno federal dio a conocer tres medidas consistentes en recortar 132 mil millones de pesos -que representan el 0.7% del PIB-, el aumento de las tasa de interés de referencia al 3.75%, así como la suspensión inmediata de la subasta de dólares.

    Ante tales anuncios y en atención a los previsibles impactos negativos en el  bienestar generalizado de la población, que se añade a la afectación al ingreso de las familias a partir de despidos de 15,825 plazas de servidores públicos de la administración pública federal, el encarecimiento del crédito y de la poca  disponibilidad de oportunidades de empleo a los jóvenes, quiero señalar lo siguiente:

    Debemos retomar una política de saneamiento fiscal como base para impulsar el crecimiento económico.

    Asimismo, es necesario impulsar mayores metas de crecimiento económico y hacer del ahorro interno la base fundamental del financiamiento del desarrollo nacional.

    No basta con medidas de emergencia y de corto plazo que únicamente atienden a los efectos de un prologado manejo erróneo de la economía nacional.

    No es completamente cierto que la economía mexicana tenga una perspectiva mediocre de crecimiento debido al nulo crecimiento externo de nuestros socios comerciales.

    Las razones fundamentales, también son de carácter interno y su corrección debe atenderse con responsabilidad y sentido de urgencia.

    Sin duda es necesario establecer condiciones que propicien la estabilidad y la certidumbre para la actividad económica; sobre todo por la reciente caída de los precios internacionales del petróleo que ha generado desequilibrios importantes en las finanzas nacionales.

    Pero a la vez, no debe perderse de vista que hemos tenido un pésimo ejercicio del gasto público desde 2013, vinculado a una apreciación del tipo de cambio, una mala gestión de las políticas de vivienda y del sector de la construcción en general.

    Tampoco se debe olvidar que durante 2014 y 2105 el pobre desempeño de la economía mexicana estuvo vinculado a varios factores:

    • Los efectos de la reforma fiscal, que han inhibido el crecimiento y desarrollo de las clases medias, así como de las empresas pequeñas y medianas.
    • La incertidumbre sobre el impacto de las denominadas reformas estructurales.
    • El creciente impacto de la inseguridad en regiones y sectores económicos.
    • Un ineficaz ejercicio del gasto, esto es, de los recursos captados por el gobierno.

    Todos esos factores nulificaron la expectativa de que el gasto público detonaría un mejor desempeño de la economía nacional.

    En el Pleno de la Cámara de Senadores, durante la discusión de la Ley de Ingresos 2015, una significativa parte del Grupo parlamentario de Acción Nacional se manifestó en contra del proyecto en lo general.

    Como parte de nuestra argumentación destacaron tres desacuerdos básicos con la propuesta de Ley enviada por el Ejecutivo: contra los altos niveles de endeudamiento, la homologación de impuestos en las zonas fronterizas y el alza en los precios de las gasolinas.

    Con oportunidad señalamos que a nuestro parecer eran equivocadas las estimaciones de las fuentes de ingresos del gobierno federal, específicamente  en de los precios del petróleo. Hoy, por desgracia, el tiempo nos ha dado la razón.

    Durante el largo debate insistimos que el proyecto presentado dependía de un cálculo exagerado y poco realista del precio del barril de petróleo crudo de exportación.

    No queda sino corregir con responsabilidad, pues las medidas gubernamentales anunciadas en la víspera, difícilmente tendrán el efecto suficiente para retomar la senda de la estabilidad y el crecimiento, y sí en cambio, afectarán la actividad económica de 2016, al provocar una menor tasa de crecimiento de la economía nacional.

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