Mandela: los hombres de carne y hueso*
*Por Senador Daniel Ávila Ruiz
La paz no es simplemente la ausencia de conflicto;
la paz es la creación de un entorno en el que todos podamos prosperar, independentemente de raza, color, credo, religión, sexo, casta o cualquier otra característica social que nos distinga
Nelson Mandela
El 18 de julio de cada año se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de Nelson Mandela, pues nació en el mismo día en 1918. A iniciativa de la fundación Mandela, y con apoyo de la Organización de las Naciones Unidas, se dedican 67 minutos al servicio de la gente, como símbolo del trabajo que el líder sudafricano realizó durante 67 años.
La vida de Nelson Rolihlahla Mandela recuerda que la mayoría de los grandes cambios que requiere la humanidad transitan por períodos difíciles, y que la coherencia, la dignidad y el compromiso son la base de las luchas legítimas.
Mandela, o Madiba, fue el único de 13 hermanos que consiguió una carrera universitaria, Derecho, lo cual le permitió trabajar a favor de la población negra de su país desde la década de los 40, cuando en Sudáfrica se instrumentó el Apartheid. De allí que insistiera, durante toda su vida, en la importancia de la educación: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.
Hasta su encarcelación, en los años 60, denunció y defendió a los negros, a quienes -entre otras cosas- se les retiró el derecho a votar, a convivir con la población blanca y a ejercer cualquier derecho a la ciudadanía. Se le impuso cadena perpetua, aunque gracias a la presión de la sociedad sudafricana y al apoyo del presidente Frederik Willem de Klerk, la pena duró 27 años. De manera inmediata se dedicó a impulsar, con De Klerk, el proceso de democratización que culminaría en su elección como primer presidente negro de Sudáfrica, en 1990. En dicha posición se mantuvo hasta 1999.
La mayoría de las historias, textos y documentales acerca de Mandela lo muestran como un hombre incansable, consistente y generoso. Sin embargo, sabemos por varios episodios de su vida que más allá de mitos fue “un hombre de carne y hueso”, que enfrentó dilemas y dudas, y que evolucionó desde ser un joven rebelde -dato curioso: al nacer, su padre le dio el nombre de Rolihlahla, que significa revoltoso- hasta convertirse en un líder interesado en la reconciliación y la paz. Fragmentos de sus memorias dan cuenta de su espíritu inquieto, con algunos tintes de vanidad: “Sabía perfectamente que el opresor debía ser liberado al igual que el oprimido (…) Cuando pasé las puertas de la prisión, esa era mi misión”… Hay momentos en los que un líder debe avanzar por delante de la manada”.
El premio Nobel de la Paz, admirado y recordado en el mundo, dejó numerosos mensajes que aunque año con año se repiten, no acaban por entenderse. Apunto solo 3 de ellos, pues siguen siendo linternas:
“Lo que cuenta en la vida no es mero hecho de haber vivido. Son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de la nuestra”.
“En ocasiones, el peso de ser grande recae sobre los hombros de una generación. Vosotros podéis ser esa gran generación. Dejad que vuestra grandeza florezca”.
“Todos debemos preguntarnos ¿he hecho todo lo que está a mi alcance para lograr una paz y una prosperidad perdurables en mi ciudad y mi país?”
*Columna publicada originalmente en El Sol de México [julio 21, 2014]