• Ley de Ingresos y la Miscelánea Fiscal 2016: remanentes del Banco de México

    [Segunda de Tres partes]

    Al intervenir en la discusión de la Ley de Ingresos de la Federación y de la Miscelánea Fiscal 2016 en el Pleno del Senado de la República, el pasado 28 de octubre, referí que el problema del endeudamiento público bajo nuevas modalidades es uno de los puntos más preocupantes de la propuesta que remitió la Cámara de Diputados. En la colaboración anterior señalé que abundaría sobre las razones de mi voto en contra de los dictámenes presentados por las Comisiones Unidas de Hacienda y Crédito Público y Estudios Legislativos, Segunda.

    En el proyecto de decreto de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria que fue aprobado en la Cámara de Diputados, se propone que sin anuencia del Congreso, el Ejecutivo Federal destine al menos 70 por ciento de los remanentes del Banco de México al pago de deuda pública, y el resto al Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas.

    Dicho remanente resulta de los ingresos derivados de la revaluación de la reserva internacional y de las diferencias entre los intereses que el Banco de México cobra y paga a los intermediarios financieros.

    En la propuesta se explica que el remanente de operación del Banco de México se incrementa en momentos de depreciación de la moneda nacional, lo que genera un ingreso por revaluación de activos netos de sus gastos de operación. Dicha situación la hemos vivido durante los últimos meses, y de seguir la misma tendencia, el próximo año tendremos un remanente importante.

    Si seguimos esa lógica, cuando se encarece el dólar tendríamos que hablar de “desconfianza y debilidad” en los fundamentos económicos del país, como ocurrió este año. Pero el Gobierno federal, frente a una depreciación continua y acelerada del peso siempre dice que las presiones “vienen de fuera”, que se deben a la “volatilidad internacional”, pues no quiere asumir su responsabilidad en el mal manejo de la política cambiaria. Tal pareciera que el Gobierno federal se siente cómodo con un dólar barato. La propuesta de utilizar el remanente para pagar deuda pública es que “se queman de forma inútil” millones de dólares de reservas, que cada vez será más difícil reponer por la caída de los precios y la producción de petróleo.

    Pero lo más grave es que mediante este mecanismo, -que se presume novedoso, y como se podrá apreciar más adelante no lo es-, se está violentando la autonomía del Banco de México, pues se le ha dando una mandato desde el Gobierno federal y ahora desde el Legislativo, para pagar deuda pública con cargo a sus remanentes.

    Se trata de una historia similar a la que ya vivimos en la década de los años ochenta del siglo pasado; recordemos que durante la crisis de 1982, México se quedó sin reservas internacionales y se generó la devaluación más fuerte que haya padecido nuestra nación, de 500 por ciento, al pasar el tipo de cambio de 25 pesos por dólar en 1982 hasta de 150 pesos en un periodo realmente breve. En 1998 el tipo de cambio fue de 2 mil 483 pesos por dólar, un aumento de alrededor de 1 mil 500 por ciento respecto a 1983.

    La experiencia mostró que este tipo de políticas únicamente propiciaban incrementos en la inflación, por lo que los bancos centrales modernos tuvieron que adoptar lograr la estabilidad de los precios como su objetivo prioritario. Costó mucho trabajo otorgar la autonomía al Banco de México a efecto de que dejara de servir como instrumento de financiamiento del gasto de los Gobiernos y como fuente de inflación.

    No obstante, en abril de este año la Junta de Gobierno del Banco de México determinó entregar al Gobierno federal la totalidad del remanente de operación de 31 mil 449 millones de pesos correspondientes al ejercicio fiscal de 2014.  En esa ocasión se informó que los recursos serían destinados a proyectos de inversión en infraestructura. En cambio, ahora se propone utilizar en el pago de deuda pública.

    Por ello, presenté en el Senado de la República una reserva al dictamen correspondiente al proyecto de decreto por el que se expide la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, en relación con los remanentes del Banco de México.

    Mi voto en contra tiene como origen la intención de reducir los alcances del endeudamiento como resultado de la inconsistencia y mal manejo de las finanzas públicas del Gobierno federal. Se trata de un voto en contra, a partir del reconocimiento de que lo mejor sería que nuestro Gobierno no se endeude y que los remanentes del Banco Central se utilicen en inversiones productivas en lugar del pago de deuda pública.

    * Publicado en El Sol de México [noviembre 11, 2015]

    Foto: cdn.forbes.com.mx

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