
El trabajo del Senado: un balance anual*
*Por Senador Daniel Ávila Ruiz
Redactando este texto recordé y revisé varios fragmentos de la pluma de San Agustín, escritos entre 354 y 430 D.C. Los leí en la niñez y adolescencia, pero me siguen impactando 20 años después. Hay verdades que no tienen tiempo. Quizá una de ellas sea la necesidad de reencontrarse, mediante la introspección, con el balance.
Escribió Agustín de Hipona que “así como la verdad se produce por la medida, así la verdad se produce por la medida”. Con ello en mente, dedico estas líneas al calibre del trabajo del Senado durante el segundo período ordinario de sesiones del segundo año de la LXII Legislatura, sobre el que profundizaré en próximos textos.
Como es de conocimiento público, con la finalidad de encauzar el estudio discusión y votación de las iniciativas de ley y de la resolución de los demás asuntos que les correspondan, tanto la Cámara de Diputados como la de Senadores operan por periodos ordinarios regulados en la Constitución, la cual prevé dos periodos de sesiones ordinarias por año legislativo: del primero de septiembre hasta el 15 de diciembre -o hasta el 31 de diciembre en el año de renovación del titular del Poder Ejecutivo Federal- y del primero de febrero hasta el 30 de abril.
En enero de 2014 destacó que como consecuencia de la aprobación, en 2013, de diversas leyes de gran envergadura, el trabajo parlamentario sería intenso. Entre los temas prioritarios destacaban:
En materia de seguridad.
Abatir la impunidad para mantener la paz pública y revertir las dificultades presentes en algunas partes del territorio nacional.
En materia energética:
Promover la transformación económica del país, y generar consensos que, sobre todo, dividen a la Izquierda.El marco legal del sector petrolero debía definirse con claridad y certeza para que la inversión fuera una realidad y, a la vez, consecuente con la rectoría del Estado y la salvaguarda del interés nacional.
Sobre la reforma política:
Se asumía que los cambios a procesar debían cuidar lo alcanzado y aportar un cambio consecuente con los objetivos de legalidad y certeza propios de las instituciones electorales.
Respecto de la reforma en el sector de telecomunicaciones:
La importancia de dichos temas radica en la necesidad de construir bases de confianza y corresponsabilidad, a fin de sostener los objetivos generales de un crecimiento económico justo y sostenido, y de una democracia participativa para dar lugar a gobiernos eficaces y órganos de representación que respondan a las necesidades del país.
Un primer balance (que revisaré en futuras colaboraciones): los legisladores de ambas cámaras analizamos, discutimos, mejoramos y aprobamos las reformas que, propusieron el Ejecutivo federal y los propios legisladores y que, desde hace años, habían propuesto las dos administraciones anteriores. El camino fue arduo: ¡acordar opiniones de los representantes de más de 100 millones de personas, con ideas e intereses legítimos, pero divergentes, es un gran reto!
El tamaño de estos desafíos explica que nos queden muchos pendientes: por ello, durante mayo y junio en el Senado celebraremos tres períodos extraordinarios de sesiones: ahora toca trabajar en las leyes secundarias, que darán sentido y aplicabilidad a las grandes reformas. No será un camino de seda, pues en la democracia los debates no lo son. Pero a todos beneficia la argumentación.
Concluyo con otra cita de Agustín de Hipona: Es mejor cojear por el camino que avanzar a grandes pasos fuera de él. Pues quien cojea en el camino, aunque avance poco, se acerca a la meta, mientras que quien va fuera de él, cuanto más corre, más se aleja.
* Publicado originalmente en El Sol de México [mayo 5, 2014]