Dar voz: Cerrando brechas: por una educación incluyente*
*Por Senador Daniel Ávila Ruiz
Las niñas y los niños con discapacidad no son un problema. Más bien, son hermanas, hermanos, amigas o amigos que tienen una canción, un juego o un plato favoritos, que tienen los mismos derechos que cualquier niña o niño.
[El Estado Mundial de la Infancia 2013]
En los últimos días me han asombrado y alegrado varios videos de niños discapacitados que viven una infancia alegre y gozan de sus actividades escolares, familiares y comunitarias. Dan cátedra sobre la fuerza y el potencial que todo ser humano tiene para vivir a plenitud.
En 2013 el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) dedicó el año a los niños con discapacidad. En su informe anual explora las condiciones en que viven, las mejores prácticas para fomentar su inclusión y los retos y avances para instrumentar la Convención sobre los Derechos del Niño.
La verdad es que en la mayor parte del mundo los niños con discapacidad tienen mayores probabilidades de vivir en condiciones de pobreza que el resto de los niños, que afrontan mayores dificultades para insertarse en las actividades educativas, laborales y sociales, y que en muchas naciones se les niega el acceso a la educación. Además, señala Unicef, la exclusión tiene rostro de mujer: para las niñas con discapacidad existen muy pocas oportunidades: “las niñas y las mujeres jóvenes discapacitadas sufren de una ´doble discapacidad´ no sólo por los prejuicios y las desigualdades de que son víctimas, sino por sus limitaciones y las funciones tradicionalmente asignadas a cada género”.
A todos debería preocuparnos que los niños con discapacidad tengan entre tres y cuatro veces más probabilidades de sufrir violencia que el resto de los niños. Según estudios en países en desarrollo, la prevalencia de violencia contra niñas y niños discapacitados es de 26%, incluyendo 13% de violencia sexual.
No sabemos con exactitud cuántas niñas y niños con discapacidad viven en el mundo, pues en muchas naciones se les esconde e ignora. Unicef calcula que existen alrededor de 200 millones, 93 de ellos con discapacidad moderada o grave, que podrían acceder a mejores condiciones de vida y desarrollo, y colaborar en el crecimiento de sus sociedades.
Unicef sostiene que entre los distintos enfoques de atención a los niños discapacitados sobresale el de inclusión, que implica ofrecerles apoyos técnicos y tecnológicos (como bastones, muletas, piernas o manos artificiales, gafas, lupas, programas de computadora con amplificación, audífonos y teléfonos con amplificación de sonido, tarjetas de comunicación, juguetes y juegos adaptados, entre otros). Sin embargo, insiste en que la tarea más relevante es trabajar con las sociedades y las personas, para modificar su visión sobre la discapacidad y crear condiciones que eviten la exclusión.
Todos podemos iniciar y trabajar la meta de incluir a nuestros niños discapacitados. Unicef señala que en México ha habido programas focalizados diseñados e instrumentados por estudiantes y universidades, que han incidido en la manera en la que las comunidades indígenas reaccionan frente a los niños con discapacidad. Y existen iniciativas de apoyo a niños discapacitados y sus familias.
Urge que dejemos de aislar, ignorar o encerrar a los niños con discapacidad. Que enseñemos a nuestros hijos que todos tenemos derecho a una vida con plenitud y que creemos entornos que rechacen la discriminación.
*Columna publicada originalmente en elpuntocritico.com [agosto 19, 2014]