• Alfabetización: derecho humano y herramienta indispensable*

    *Por Senador Daniel Ávila Ruiz

    El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender
    Plutarco

    En 1895 seis de los 12.6 millones de personas que vivían en México no sabían leer ni escribir. En la actualidad, el número absoluto ronda la misma cifra, poco más de 6 millones de personas aunque con una población de 112 millones. A ellos se suman los denominados “analfabetos funcionales”, esto es, personas que solo concluyeron el segundo año de primaria puesto que, según diversas investigaciones, si no se alcanza, como mínimo, el tercer año de primaria se pierde la capacidad para leer y escribir. Ello implica que a los más de 6 millones de personas que en nuestro país no saben leer ni escribir hay que sumar poco más de 3 millones y medio que sólo cursaron los dos primeros años de la escuela primaria.

    La alfabetización es un reto vigente en gran parte del mundo en desarrollo. En 2011, por ejemplo, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) señaló que la mitad de la población en Benin, Burkina Faso, Chad, Etiopía, Ghana y Haití, entre otras naciones, son analfabetas. En México el porcentaje es de 6.9, superior al promedio de 2% de América Latina y el Caribe.

    Desde 1967 cada 8 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Alfabetización y las Naciones Unidas declaró el decenio 2003-2012 como el Decenio de la Alfabetización. A pesar de algunos avances, no se pudo lograr la meta; por ejemplo, en India, Paquistán, Nigeria y los países árabes el avance fue muy lento. En 2011 la tasa de analfabetismo en los países del sur y oeste de Asia fue de 51.8%, de 21.4% en África Subsahariana y de 12.8% en Asia oriental y el Pacífico.

    De acuerdo con UNESCO, a fin de lograr la completa alfabetización es necesario que la población tenga la habilidad para identificar, entender, interpretar, crear, comunicar y calcular, mediante el uso de materiales escritos e impresos relacionados con distintos contextos. Además, se requiere que los adultos completen al menos cinco años de educación básica.

    Tanto UNESCO como diversos investigadores enfatizan que la alfabetización no debe verse como un fin en sí mismo. Más bien, debe entenderse como un derecho humano que da las herramientas y oportunidades para que las personas participen activamente en su sociedad, accedan a mejores condiciones de vida y superen la pobreza y la marginación.

    Ahora que iniciamos un año escolar revisemos quién, en nuestro círculo de conocidos, amigos y compañeros no ha alcanzado la meta mínima de alfabetización, ofrecer un poco de tiempo para que lo logren y promover círculos de educación en nuestras comunidades. Seguramente contaremos con ciudadanos mejor integrados en sus comunidades y con mayores posibilidades de acceder a mejores condiciones de vida.

    *Columna publicada originalmente en El Sol de México [agosto 25, 2014]

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