A preservar nuestra casa, nuestra tierra*
*Por Senador Daniel Ávila Ruiz
El auténtico conservacionista es alguien que
sabe que el mundo no es una herencia de sus
padres, sino un préstamo para sus hijos.
J.J. Audobon
El 5 de junio conmemoramos el Día Mundial del Medio Ambiente, fecha en la que desde 1977 se realizan actividades para promover el cuidado de nuestro entorno y, sobre todo, crear conciencia sobre los enormes retos que tenemos para garantizar un espacio íntegro, limpio y de calidad para nuestros hijos.
De acuerdo con un documento presentado esta semana por el Instituto Belisario Domínguez a los senadores de la República, desde 2008 la capacidad del planeta para mantener a la población del mundo se sobrepasó en 50%, lo cual explica que en ese mismo año 23% del suelo mundial sufriera degradación ambiental y pérdida de la diversidad biológica. Sabemos también, por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que en 2012, 80% de la población mundial vivía en zonas amenazadas por carencia de agua y que para 2015 la proyección es que 800 millones de personas no tendrán agua potable. El mismo organismo encontró que las tierras áridas ocupan 40% de la superficie mundial, en los cuales viven más de 2 mil millones de personas.
Los esfuerzos por recuperar los océanos y zonas costeras en el orbe no están rindiendo los resultados que se esperaban: según el PNUMA, ello sólo se ha logrado en 13 de las 169 zonas costeras muertas en el mundo. El organismo también señala que 80% de la contaminación marina tiene que ver con las actividades de los seres humanos en zonas terrestres. Y el Consejo de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio apunta que en las últimas décadas se perdió 35% de los manglares y 20% de los arrecifes de coral en el mundo.
19 países, todos con alto nivel de desarrollo económico o bien, numerosas poblaciones, son responsables de emitir 80% de las sustancias que provocan el cambio climático (Semarnat-INEGI), pero la emisión de ozono ya generó un aumento de la temperatura de 0.4°C. De seguir esta tendencia, podría perderse entre 1 y 2% del PIB mundial durante los próximos 50 años.
En el continente americano tenemos el privilegio de contar con 23% y 31% de los bosques y agua dulce en el mundo, respectivamente. Además, gozamos de la presencia de cerca de 70% de las especies que viven en el planeta (PNUMA). Sin embargo, somos la región más vulnerable frente a los efectos de la contaminación ambiental y el cambio climático.
México es, en muchos sentidos una nación privilegiada. De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), entre 10 y 12% de las especies del planeta habitan en ecosistemas mexicanos, pero somos grandes depredadores. La OCDE calcula que en 2010 la degradación de nuestro medio ambiente representó, en términos de PIB, 7% de nuestro crecimiento económico; 68% de la población y 71% del PIB estuvieron sujetos a los efectos adversos del cambio climático.
Michoacán, el Estado de México, Veracruz y Chiapas concentran 49% de la descarga de aguas residuales, que destruyen las fuentes de agua dulce y contaminan los mares y sus recursos. Son también estados con baja inversión en la protección de nuestro medio ambiente.
Al revisar cifras, analizar realidades y escribir este texto lo que me asalta son recuerdos, deseos y nostalgias. Vienen imágenes de mis hijos que, tomados de mis manos, apuntan -con entusiasmo y sorpresa- a un cangrejo que camina en la playa de la costa yucateca. Los brincos de Franco al encontrar, hace años y por primera vez, conchas y escuchar los ecos de un caracol de mar. Las carcajadas de Dany al acariciar el caballo que, en el rancho de su abuelo, le ofreció su nobleza. Y las muchas horas en las que nos han asombrado las imágenes y sensaciones frente a cenotes, junglas y riberas.
*Publicado originalmente en El Sol de México [junio 9 , 2014]