• Algunas debilidades de nuestro sistema carcelario de “alta seguridad”*

    A la medianoche del 11 de julio, las autoridades del Gobierno mexicano anunciaron la fuga del hombre más buscado del mundo. Un comunicado oficial dice que “a las 20:52 horas del sábado, en el Sistema Permanente de Videovigilancia del Penal (…) se observó que Joaquín Guzmán Loera se aproximó al área de la regadera dentro de la estancia 20 del pasillo 2, donde habitualmente, además de su aseo personal, lavan sus enseres”. Agrega el comunicado que “al prolongarse la no visibilidad del interno, se ingresó a la celda, la cual se encontraba vacía, por lo que de inmediato se emitió la alerta correspondiente por la probable evasión del mencionado recluso”.

    Más tarde se informó que cuatro helicópteros con cámara infrarroja sobrevolaron la zona donde ocurrió la fuga, que se cerró el aeropuerto más cercano y que se informó al presidente Enrique Peña Nieto, quien iba a bordo del avión presidencial a Francia para realizar visita de Estado.

    Al revisar las reacciones en los medios y, en particular, en las redes sociales queda claro que las críticas no podían ser menos que implacables. Resaltó la cabeza sobre el tema en el diario francés Le Monde: “El Chapo, barón de la droga mexicano, escapa de prisión”. Ello justo en el momento en que Peña Nieto llegaba a ese país.

    Monte Alejandro Rubido, comisionado nacional de Seguridad dijo que el criminal usó alta tecnología en materia de túneles y pudo escaparse por más de mil 500 metros: “El túnel cuenta con tubería de PVC, presumiblemente para ventilación, así como con alumbrado, y una motocicleta adaptada sobre rieles como mecanismo de tracción, mediante el cual probablemente fue extraída la tierra producto de la excavación y transportadas la herramienta y maquinaria utilizadas para la perforación. A lo largo del túnel se encontraron instrumentos de construcción, tanques de oxígeno, recipientes con combustible, madera de cimbra y tubería PVC, entre otros objetos”.

    Es obvio que la construcción del túnel de kilómetro y medio de extensión tomó varios meses, y que debieron trabajar un buen grupo de albañiles durante numerosas horas diarias. Además, que se hizo uso de los oficios de un buen arquitecto, así como de ingenieros. ¡Estas personas tenían los planos de la cárcel de supuesta “máxima seguridad”.

    ¿Qué decir acerca de los protocolos de seguridad perimetral en la cárcel del Altiplano? Jorge Alejandro Medellín, especialista en seguridad pregunta públicamente: ¿Qué hicieron en los últimos nueve o diez meses los mandos del Octavo Regimiento Mecanizado, que operan en Almoloya de Juárez bajo el mando del general brigadier David Enrique Velarde Sigüenza? ¿Qué veían? ¿Qué informaban? ¿Qué se les pedía informar?¿A qué mandos llegaba esa información y qué se hizo con ella?

    El secretario de Gobernación dijo en la conferencia de prensa que dicho penal tiene certificación internacional por sus niveles de seguridad. Argumentó “este penal está certificado y cuenta con las condiciones físicas de operación y servicios establecidos por la Asociación de Correccionales de América, institución que es la misma que certifica los centros penitenciarios de Estados Unidos y Canadá, entre otros países”. Añadió que en el penal se incluyen 750 cámaras, puntos de revisión y módulos de aislamiento para internos de alta peligrosidad, además de bardas perimetrales, aduanas peatonales y vehiculares, torres de vigilancia internas y externas, además de 26 filtros entre puertas y controles desde el área de aduana hasta la de tratamientos especiales.

    ¿Para qué sirve todo eso si se escapa el capo más buscado y que ha escapado varias veces?

    Revisando la opinión de especialistas en el tema destaco la de Marlon Brock, quien sostiene que aunque hay muchas medidas en cárceles de máxima seguridad, es difícil saber si es el diseño físico de la prisión o la selección y capacitación del personal penitenciario lo que hace la diferencia en la seguridad carcelaria. Ambos elementos juegan un papel importante en mantener las prisiones funcionando.

    Brock hace un recuento de las prácticas y herramientas más usadas en las prisiones de máxima seguridad: cámaras en todas las secciones de las cárceles, detectores de movimientos vehiculares, software de reconocimiento facial aunado a una red de vigilancia para identificar al instante a todos los individuos que visitan los penales, puestos de control con detector de metales y cualquier otro tipo de contrabando, revisiones aleatorias, vigilancia de correspondencia, monitoreo telefónico, circuitos cerrados de sistemas de alarma, detección de televisión y vallas de seguridad.

    Respecto de prisioneros los expertos enfatizan la clasificación y reclasificación de los presos como factores importantes de seguridad. Ello se hace con base en los diferentes riesgos que suponen para los compañeros de prisión, el personal y la comunidad en general.

    Un tema por demás central es la capacitación del personal carcelario. Los expertos insisten en que las características físicas de las cárceles, por sí mismas, son inútiles sin personal debidamente entrenado. Y es que los funcionarios de prisiones son responsables de las medidas de seguridad que el diseño físico no puede controlar. Algunas de sus responsabilidades son el control de acceso, la revisión de los presos y sus pertenencias, y el control de movimiento tanto dentro como fuera de las cárceles. La única forma segura de garantizar la seguridad de primera clase es a través de la educación y la formación del personal carcelario.

    Hay mucho que analizar en la fuga del “Chapo”, entre ellos algunos de los factores que acabo de denunciar. Asimismo, mucho bien nos haría estudiar las experiencias de otras naciones, combatir las redes de complicidad y corrupción, educar al personal en valores y respeto a los derechos humanos, invertir en tecnología de punta…

    * Publicado en El Sol de México [julio 20, 2015]

    Foto: chiapasparalelo.com

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